El proceso salud-enfermedad se relaciona con varios aspectos que pueden proteger, contribuir o agravar la salud de un grupo social, es por ello que dentro de este proceso se encuentra el territorio que dependiendo de sus características puede influir de manera positiva o negativa en la salud, pues debemos recordar que la salud se relaciona con el ámbito físico, mental y social, lo que depende que el lugar donde se habite cuente con los recursos necesarios para que estas características puedan desarrollarse de manera óptima, con la consecuente prevención de enfermedades.
Recordemos que el territorio se encuentra regulado por políticas gubernamentales, algunas diferentes en cada región. Las regulaciones suelen cambiar conforme la situación de cada lugar, puesto que algunos gobiernos son más permisibles que otros en lo que a regulación sanitaria y ambiental; esto es un grave problema que hace aún más grandes las brechas de la desigualdad.
Las regulaciones ambientales de un territorio influyen para que la población participe en conjunto con las autoridades para beneficio de todos y de esta manera se cumpla con la satisfacción de sus necesidades.
Para comprender entonces como se relaciona la salud y el territorio; es necesario el análisis de éste como una "unidad" donde los determinantes sociales de la salud encuentran su máxima expresión de observación conjunta, existiendo un contexto socioeconómico y político, en el cual se generan (causalmente) jerarquías entre ciertos grupos de población. De esta forma, se conciben conexiones o vínculos de cohesión social, los cuales van entramando el territorio, complejizando cada vez más la definición práctica del mismo a partir de las perspectivas desde donde se observen dichas dinámicas.
Además de existir una relación entre el territorio y las determinantes sociales de la salud, se debe considerar que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen dentro de límites administrativos establecidos –en términos de abstracción sistémica– (unidades espaciales subjetivamente discretas y autónomas), por lo que, comparten características referentes a su condición de salud.
En conclusión, tener conocimiento de la realidad de la población y su cimiento espacial en detalle (lugar de residencia y trabajo, principalmente), permite una mejor comprensión y asociación de disparidades sanitarias, así como todos los datos contextuales se tienen en cuenta, incluyendo el contexto social y la distribución de la asistencia sanitaria. Pues la influencia que ejercen las variables sociales que determinan y limitan las circunstancias sanitarias de la población sobre el contexto territorial de las personas, permite medir y evaluar en qué grado repercute de forma directa o indirecta en el estado de salud de las mismas, trascendiendo escalas y límites políticos administrativos.